19.5.14

Amaneció en la mañana.

La niebla no pudo cubrir el paso de los sueños, ni los deseos cuento de cada mañana, y la niebla cedió su caricia a la luz, esperado deseo que quería alcanzar el sentir mas apretado…

El sol cayó pesado, apretando entre las sábanas, se posó caliente en el despierto de los ojos, en el último hilván del sueño, ese sueño distal donde un hilo me retenía en ti…

En la ventana gotea sentir, sentir proveniente del bosque del vivir a través del árbol del sentir…

Amaneció esta mañana como testigo mudo sin olvido, como adagio abrazo al viento, como huella sin dejar, como desnudo que llora feliz una lágrima que acaricia viento...

Amaneció vida en el costado del mar donde caen millones de estrellas acaparando deseos en su centelleo…

Amaneció y se desgrano sin saber todo el germinar de lo sentido, el olvido eunuco que me lleva a ti… piel de un solo roce y mil gotas de sabor…

Amaneció y los brotes del sueño te transformaron en flor, en pétalos besos robados, en pistilos caricias no dadas, en tallo vislumbres de amor…

Amaneció sentir en un relente efímero que me hablaba de ti, como estrella fugaz que en el otro lado del mar desapareció como deseo a ti…

Amaneció tiempo sobre arena, medimos en tiempo lo que ya paso, lo que no dura, lo que no existe, lo que termina... medimos en tiempo la locura sombre el mar del sentir....

El tiempo pasa y el curso del agua deja tiempo arena sobre desiertos olvido, medimos tiempo muerto que ha sido y es sentido....

Tiempo sobre arena, reloj de arena donde se arremolina la vida...y si no podemos tocar el tiempo, solo medimos olvido, memoria de arena sepultada tras el sentir de tus seis minutos en mis cuatro.


Andrés Suárez: 6 mas 4 minutos

Al primero traté de no sentir nada
y al segundo ya escribí: "Te quiero, amor".
Con el dedo sobre tu morena espalda,
susurrando en sueños me dijiste: "Y yo".

Al tercero regresaban a sus casas
marineros que lloraban como al cuarto lo hice yo.
No me viste, amor, me sequé con rabia en la almohada,
ni siquiera preguntaste: "Qué te pasa"
y una estrella en la ventana me pasó.

En el quinto pregunté: "Cuánto me queda",
me mentiste: "Creo que sólo llevas dos".
Calenté tus pies con restos de una pena
que al rozarse con los míos se marchó.

Al siguiente se me subieron las ganas,
lo notabas en la espalda, te reíste, luego no.
Esta parte del relato me la guardo,
si cambiarse de postura me cambió.

Qué pasó, mi bien, qué pasó.
Que vivimos dos historias diferentes,
que olvidaste mi canción entre la gente,
que entonaste un hasta luego y era adiós.

El siguiente una fuga de besos posada en tu cuello,
un amor ya sin miedo, un ataque de celos,
la luna menguante quisiera ser yo.
De tanto, tanto amor,
se te olvidó decir: "No gires, por favor".
Girado me vestí,
no importa ya a quien hoy, le cuentas al dormir.

Amor, ni podría olvidarte, ni quiero,
acierto de mi vida, apellido gallego.
Amor, eso fue lo que vivimos juntos,
el milagro de tus seis minutos
y estos cuatro que son para ti.
 
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